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El Poder de la Palabra

El poder de la palabra es una verdad bíblica fundamental. La Biblia nos enseña que las palabras tienen el poder de crear, destruir, bendecir y maldecir.

En Mateo 12:36-37, Jesús dijo:

"De toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado."

Estas palabras de Jesús nos enseñan que nuestras palabras tienen consecuencias. Por nuestras palabras podemos ser liberados o atados, bendecidos o maldecidos.

En San Juan 1:1-3, Juan el Bautista nos dice:

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho."

Estas palabras nos enseñan que Jesús, el Verbo, es el creador de todo lo que existe. Por su palabra, Dios creó los cielos y la tierra, y todo lo que hay en ellos.

La palabra de Dios es poderosa porque es la expresión de su voluntad y su carácter. Cuando hablamos la palabra de Dios, estamos manifestando su poder y su amor en el mundo.

A continuación, se presentan algunos ejemplos de cómo las palabras pueden tener un impacto positivo o negativo en nuestras vidas:

  • Palabras positivas: Las palabras positivas pueden edificar, animar y consolar a los demás. Pueden inspirarnos a alcanzar nuestros sueños y metas.
  • Palabras negativas: Las palabras negativas pueden destruir, herir y desanimar a los demás. Pueden conducirnos al pecado y la destrucción.

Es importante ser conscientes del poder de nuestras palabras y usarlas sabiamente. Debemos hablar palabras que sean:

  • Verdaderas: Las palabras verdaderas edifican y fortalecen.
  • Bondadosas: Las palabras bondadosas son amables y compasivas.
  • Edificantes: Las palabras edificantes ayudan a los demás a crecer y madurar.

Cuando hablamos palabras verdaderas, bondadosas y edificantes, estamos manifestando el poder y el amor de Dios en el mundo.

Creamos y llevemos a la práctica de nuestra vida diaria todo el conocimiento adquirido. Busquemos de Dios hoy.

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